jueves, 13 de mayo de 2010

JUGANDO A INCOMUNICARNOS...

De modo que, por la mañana, me levantaba de mi velador (cama), escuchaba música con mi barco (grabador), me sentaba en los juegos de mesa (compu) y me ponía a tocar el canasto (guitarra). Luego me iba a jugar con los pedales y el volante y me leía un kayak (libro) acostado sobre mi alfombra (almohada), mientras me preguntaba cómo podría llamar a las demás cosas.

A la mesa la llamaba tv.
A las cajas, sillas.
Al armario, papeles.
A la alfombra, almohada.
A los libros, kayak.
A la guitarra, canasto.
Al volante, pedales.
A la compu, juegos de mesa.
Al velador, cama.
Y, al grabador lo llamaba barco.

De modo que, por la mañana, me quedaba un largo rato sentado en la compu (juegos de mesa) y, a las 10, sacaba ropa del papel (armario) y me cambiaba. Luego, me sentaba en la tv (mesa) y comía. Después,
me sentaba en la caja (silla) todo el día tratando de retener las nuevas palabras. Una vez que lograba retenerlas y comer, me iba a la escuela a estudiar. Ya para ese entonces todo tenía nombre nuevo. Yo ya no era un niño sino un canasto y el canasto era una tarde y la tarde, un niño.

NATA

De modo que, por la mañana, me levantaba de la mesa (cama), me vestía, me sentaba en la alfombra (silla), frente a la cama (mesa), y me preguntaba cómo podría llamar a las demás cosas.

A la mesa la nombraba cama; a la cama, mesa; al despertador, diario; al diario, despertador; al sillón, ventana; a la ventana, sillón; al televisor, DVD; al DVD, televisor.

De modo que, por la mañana, me quedaba un largo rato tendido en la mesa (cama). A las 22:00hs sonaba el diario (despertador), me levantaba y me paraba sobre la silla (alfombra) para no tomar frío en los pies. Luego, miraba por el sillón (ventana) la luces de la ciudad, me recostaba en la ventana (sillón), ponía una película en el televisor (DVD) y la miraba en el DVD (televisor).

A mí me parecía todo muy divertido. Me pasaba todo el día tratando de retener las nuevas palabras. Ya para entonces todo tenía nombre nuevo, ya no era un hombre sino una mano y la mano era una mañana y la mañana un pie.

GASTÓN MORALES

De modo que por la mañana me levantaba de mi biblioteca (cama) y me preguntaba cómo podría llamar a las demás cosas:

A la cama la llamaba biblioteca.

Al escritorio, televisor.

Al cepillo, placar.

A la silla, despertador.

Al despertador, silla.

Al espejo, alfombra.

Al placar, cepillo.

Al televisor, escritorio,

Y a la biblioteca, cama.

De modo que por la mañana, cuando la silla (despertador) sonaba, me levantaba de la biblioteca (cama) y me paraba en el espejo (alfombra). Después, me iba al cepillo (placar) para ver qué ropa me iba a poner. Más tarde, me sentaba, en el despertador, (silla) frente a mi televisor (escritorio) y agarraba el placar (cepillo) para peinarme, mirándome en la alfombra (espejo). Cuando terminaba me sentaba en la biblioteca (cama) y me ponía a mirar al escritorio (televisor), agarraba un libro de la cama (biblioteca) y empezaba a leerlo.

Me parecía muy divertido; me pasaba todo el día tratando de retenerlas. Ya para ese entonces toda tenia nombre nuevo: yo ya no era una mujer sino un sol, y el sol una mañana y la mañana una mujer

Stephanie Gregory




De modo que, por la mañana, sonaba mi perro (despertador), lo apagaba y me levantaba del puff (cama). Le daba de comer a la pelota (perro), dejaba la comida en la mesita de luz (repisa), abría la campera (armario) y me ponía la silla (campera); me sentaba frente al retrato (televisión) y me preguntaba cómo podría llamar a las demás cosas.

A la cama, puff.

Al perro, pelota.

Al despertador, perro.

A la repisa la llamaba mesita de luz.

Al armario, campera.

A la campera, silla.

A la silla, alfombra.

Al espejo, cama.

A la alfombra, almohada.

A la mesa la llamaba gato.

De modo que, por la mañana, me quedaba un largo rato acostada en el puff (cama); a las 8:00 sonaba el perro (despertador), me levantaba y me paraba en la almohada (alfombra) para no tomar frío en los pies. Luego, buscaba la ropa, me vestía y me miraba en la cama (espejo). Después, me sentaba en la alfombra (silla), frente al gato (mesa) y me detenía frente a la pelota de mi mamá.

Me parecía muy divertido. Me pasaba todo el día tratando de retener las nuevas palabras. Ya para entonces todo tenía nombre nuevo: yo, ya no era una chica; era un ojo, y el ojo era una estrella, y la estrella, era una piedra.

FIAMMA


UNA MESA ,ES UNA MESA

De modo que, por la mañana yo me levanto de mi persiana (cama), me visto, me hago el desayuno y me pregunto cómo podría llamar a las demás cosas.

A la tele la llamo, alfombra.

Al ropero, DVD.

A la cama, persiana.

Al despertador, ropero.

Al DVD, mesita de luz.

Al equipo de música, almohada.

A la mesita de luz, tele.

A la persiana, equipo de música.

A la alfombra, cama y

A la almohada, despertador.

De modo que por la mañana yo me quedo un largo rato en mi persiana (cama), escucho el ropero (despertador) de mi mamá sonar y me tapo la cabeza con mi despertador (almohada). Después de un rato, busco el control remoto, prendo mi alfombra (tele) y tomo el desayuno; más tarde apago la alfombra (tele) y prendo la almohada (equipo de música). En ese momento, me paro en la cama (alfombra), dejo el pijama adentro del DVD (ropero) abro el equipo de música (persiana) y me voy a comer.

A la tarde, prendo la alfombra (tele) y meto una película adentro de la mesita de luz (DVD); a la noche, dejo el control remoto arriba del DVD (mesita de luz) y me duermo.

Me parece muy divertido. Me paso todo el día tratando de retener las nuevas palabras. Ya todo tiene nombre nuevo: yo no soy una mujer sino un espejo; el espejo es un amanecer y el amanecer una mujer.

Agustina Amynahuel



"De modo que, por la mañana, me levantaba de la bicicleta, acomodaba el armario, agarraba la ropa y miraba la hora en la silla; buscaba el despertador y me vestía. Después, me peinaba con la compu, me sentaba en el celular, frente al peluche, y pensaba cómo llamar a las demás cosas.
A la cama la llamé bicicleta;
al armario, peluche;
al celular, ropa;
a la compu, silla;
a la silla, celular;
a la ropa, despertador;
al peluche, peine;
al peine, compu;
a la bicicleta, cama;
y al despertador, armario.
De modo que, por la mañana, yo me quedaba en la bicicleta, me levantaba, me peinaba con la compu, me vestía con el despertador, iba a la silla y jugaba.

Me parecía divertido. Me pasaba todo el día tratando de retener las nuevas palabras. Ya para ese entonces todo tenía nombre nuevo: yo no era una mujer, sino un pie, y el pie era una mañana y la mañana una mujer."

MICA GORDS


De modo que, por la mañana me levantaba del equipo de música, me vestía, me sentaba en la biblioteca y me preguntaba como llamar a las demás cosas:

A la cama la llame equipo de música.

Al televisor, armario.

A la computadora, ventana.

A la biblioteca, silla.

A la mesa de luz, cama.

A la silla, computadora.

Al espejo, televisor.

A la ventana, biblioteca.

Al armario, mesa de luz.

Y al equipo de música lo llamaba espejo.

De modo que por la mañana me quedaba un largo rato en el equipo de música (cama), luego, me paraba y abría la biblioteca (ventana); después agarraba la ropa de la computadora (silla) y me vestía, tomaba el celular de la cama (mesa de luz) y lo prendía.

Más tarde, me detenía a mirar la silla (biblioteca) mientras prendía la ventana (computadora) y el espejo (televisor).Luego de estar un rato en la ventana (computadora), me miraba en el televisor (espejo) y me iba a desayunar. A mi me parecía divertido. Me pasaba todo el día tratando de retener las nuevas palabras. Ya para ese entonces todo tenía nombre nuevo, yo ya no era mujer sino un pie, y el pie era una mañana y la mañana una mujer.

PAUU



De modo que, todas mis cosas, adquirieron un nombre nuevo.
A la cama la llamaba celular.
Al espejo, cajonera.
A la computadora la llamaba mochila.
A la silla, almohada.
A las sábanas las llamaba cortinas.
Al celular, cama.
Ala cajonera, espejo.
A la mochila, computadora.
A la almohada, silla.
Y a la cortina, sábana.
De modo que, por la mañana, al despertar, buscaba mi cama (celular) debajo la silla (almohada) y me fijaba la hora. Luego, me quitaba las cortinas (sábanas) de encima, me levantaba del celular (cama), me lavaba los dientes, volvía a mi habitación, buscaba dentro del espejo (cajonera) algo para vestirme, me cambiaba y me miraba en la cajonera (espejo). Después, abría las sábanas (cortinas) para que entrara algo de luz, me sentaba en la almohada (silla), prendía la mochila (computadora) y la usaba un rato. Al apagar la mochila (computadora), bajaba a comer algo, me ponía la computadora sobre mis hombros y tomaba camino a la escuela.
Me parecía divertido. Me pasaba todo el día tratando de retener las nuevas palabras. Ya para ese entonces todo tenía un nombre nuevo: yo ya no era una mujer sino una mariposa, y la mariposa un atardecer y el atardecer una mujer.

CAMI G.


De modo tal que, por la mañana, yo me levantaba de mi revista, me vestía, me sentaba en la ropa, frente al perchero, a mirar videos y me preguntaba cómo se podrían llamar las demás cosas.

A la cama la llamaba revista.

A la televisión, perchero.

Al armarlo, espejo.

A la alfombra, hermana.

Al perchero, televisión.

A la ropa, silla.

A la revista, cama.

Al espejo, armario.

Y a la silla, ropa.

De modo que, por la mañana, me quedaba un rato largo tendida sobre la revista. Después, me levantaba y me paraba sobre mi hermana para no tomar frío en los pies; luego, abría el espejo y buscaba, en la TV, mi silla para vestirme y me miraba, en el armario, colgado en la pared. Más tarde, me sentaba en la ropa, frente al perchero, a mirar videos. Miraba el horóscopo, en mi cama y, por último, saludaba a mi alfombra.

A mí me parecía muy divertido. Me pasaba todo el día tratando de retener las nuevas palabras. Ya para ese entonces todo tenía nombre nuevo; yo era un eclipse, el eclipse una amanecer y el amanecer un atardecer.

Wanda Banegas



De modo que, por la mañana, me levanté de la cama, me lavé la cara y los dientes y encendí la luz. Y, de lo mucho que iluminada me choqué la puerta. Me di un golpe tan fuerte que recordé el sueño que había tenido ayer: se trataba de un mundo único y al revés.

Mi armario era cama.

El aire, tierra.

La tierra, aire.

Mi cama era armario.

El canto, rugido.

El rugido, canto.

El foco de luz, puerta.

La cara, ojos.

Los ojos, cara.

La puerta, foco de luz.

Los dientes, uñas.

Las uñas, dientes.

El gato, alfombra.

La escuela, boliche

El boliche, escuela.

La alfombra, gato.

La ventana, cajón.

El cajón, ventana.

La almohada, mochila,

y , la mochila, almohada.

De modo que, aquel día, por la mañana, me levanté del armario y me lavé los ojos y las uñas.

Me iluminó la puerta, me encandilé y me choqué el foco de luz. Abrí el cajón para escuchar el rugido de los pájaros y que entró mucha tierra. Le di comida a la alfombra y comencé a lavar el gato, con agua hirviendo, porque tenía una mancha de mostaza. Me fui al boliche a estudiar, con mi almohada de los “Power Ranger” para estrenar. Pasaron 5 horas, llegué a casa y me acosté, con mi mochila acolchonadita y cómoda. Dormí una hora porque me despertó la alfombra, con sus garras, y recordé que era un sueño raro.

MARÍA



De modo que, por la mañana, me levantaba de mi cortina, me vestía, me sentaba en el cepillo, frente a la alfombra, y me preguntaba cómo podría llamar a las demás cosas.

Al placard lo llamaba alcancía.

Al espejo, biblioteca.

A la ventana, alfombra.

Al cepillo, silla.

A la biblioteca, espejo.

A la alcancía, placard.

A la alfombra, ventana.

A la silla, cepillo.

A la cortina, cama.

Ya la cama la llamaba cortina.

De modo que, por la mañana, cuando me levantaba, me quedaba parada un rato en la ventana para que no se me enfríen los pies. De la ventana, me sentaba en el cepillo y me miraba en la biblioteca pensando cuál era el libro que tenía que buscar, en el espejo, para llevar a la escuela. Después de encontrar, en el espejo, el libro que necesitaba, me iba hacia la alcancía a buscar la ropa que necesitaba para vestirme. Minutos más tardes corría la cama para fijarme, por la alfombra, cómo estaba el día.

MACARENA

De modo que, por la mañana, yo me levantaba de mi silla (cama), apagaba la impresora (despertador), me cambiaba, abría el despertador (ventana) y me preguntaba cómo podría llamar a las demás cosas.
A la TV la llamaba computadora.
A la cama, silla.
Al retrato lo llamaba mesa.
Al armario, ventana.
A la silla la llamaba TV.
A la computadora, retrato.
Al despertador lo llamaba impresora.
A la mesa, armario.
A la ventana la llamaba despertador.
A la impresora, cama.
De modo que, por la mañana, yo me quedaba largo rato tendido en la silla (cama); luego, sonaba la impresora (despertador), me despertaba, me vestía, miraba la mesa (retrato) de mi abuela, armaba mi armario (mesa), buscaba mi mochila en la ventana (armario) me sentaba en el televisor (silla) y hacía mi tarea. Más tarde, buscaba información, en el retrato (computadora), y la fotocopiaba en la cama (impresora). Después, abría un poco el despertador (ventana) para ventilar mi pieza. Al rato, prendía la computadora (televisión) para ver una película. A mí me parecía divertido. Me pasaba todo el día tratando de retener nuevas palabras. Ya para ese entonces todo tenía nombre nuevo: yo ya no era un hombre sino una mano, y la mano era una noche y la noche un hombre.
Gastón Guaytima



De modo que, por la mañana, me levanto de mi almohada (cama), me visto, me siento en la mesa (silla), frente al vaso (mesa), y me pregunto cómo puedo llamar a las demás cosas.

A la cama la llamo almohada.

A la cajonera, biblioteca.

Al armario, libros.

Al televisor, pósters.

A la almohada, fotos.

A la computadora, sillón.

Al celular, despertador.

A las fotos, armario.

A los perros, Matías.

Y a la comida espejo.

De modo que, por la mañana, yo me quedo un tiempo acostada sobre la almohada (cama); a las diez suena el despertador (celular), me levanto y me siento en el sillón (computadora) un largo rato hasta que está el espejo (comida). Busco mi ropa en los libros (armario), me visto, y me miro en la comida (espejo) pegada en la pared. Luego, me siento en la mesa (silla) a esperar que llegue la hora para ir a la escuela mientras miro el armario (foto) de mi abuela y juego con Matías (perros).

A mí me parece divertido. Me paso todo el día tratando de retener las nuevas palabras. Ya todo tiene nombre nuevo: ya no soy una mujer si no una flor, y la flor es una casa, y la casa una mujer.

LULA BORDÓN



De modo que, por la mañana, yo me levantaba de mi balanza (cama), me vestía y me sentaba en mi reproductor de música(silla), frente al despertador(mesa), y me preguntaba cómo podía llamar a las demás cosas :

a la cama la llamaba balanza;

a la mesa , despertador;

a la silla la llamaba reproductor de música;

al espejo lo llamaba lámpara;

al despertador, fotos;

al armario, espejo;

a la lámpara la llamaba silla;

al reproductor de música, mesa;

a la balanza, armario;

y a las fotos, cama.

De modo que, por las mañanas, sonaban las fotos(despertador), me levantaba de mi balanza(cama), me iba a sentar al reproductor de música(silla), prendía la silla(lámpara), apoyaba mis libros sobre el despertador(mesa) y prendía la mesa(reproductor de música) para escuchar un poco de música.

Luego, me levantaba para sacar ropa de mi espejo (armario), así me podía cambiar. Al terminar, me miraba en la lámpara (espejo) y me pesaba en mi armario(balanza).

Antes de ir a la escuela miraba las camas (fotos).

A mí me parecía divertido. Me pasaba todo el día tratando de retener las nuevas palabras. Ya para ese entonces todo tenía nombre nuevo: yo ya no era una mujer sino un pie, y el pie era una mañana y la mañana una mujer.

García Pujó Camila




De modo que, por la mañana, me vestía, me me sentaba en la alfombra, frente a las cortinas y me preguntaba cómo poder llamar a las demás cosas.

A la cama LA LLAMABA, almohada.

A la mesa, espejo.

A la silla, alfombra.

Al armario, ventana.

Al espejo, despertador.

A la almohada, silla.

A la bandera de mi club, puerta.

A la puerta, armario.

A la ventana, bandera de mi club.

Al despertador, mesa.

De modo que, por la mañana, yo me quedaba un largo rato tendido en el despertador; a las nueve, sonaba el espejo, me levantaba y me paraba sobre la sábana, para no tomar frío en los pies. Luego, buscaba mi ropa en la puerta, me vestía y me miraba en la mesa colgada en la pared. Más tarde, me sentaba en la almohada y ordenaba mi armario, hasta encontrar mi ventana. Ya para ese entonces todo tenía un nombre nuevo: yo ya no era más un hombre sino que un enganche, y los enganches eran jugadores, y los jugadores eran hombres.

LEO


De modo que, por la mañana, yo me levantaba de DVD (cama), me vestía, me sentaba en la silla, frente a la mesa, y me preguntaba cómo podía llamar a las demás cosas.
A la cama la llamaba DVD.
A la mesa de luz, telelevisor.
Al armario, perchero.
Al televisor, espejo.
Al DVD ventana.
A mi hermana la llamaba despertador.
Al perchero, armario.
Al espejo, mesa de luz.
Y a la ventana, cama.
De modo que, por la mañana, yo me quedaba un largo rato tendido sobre el DVD (cama). A las 9, sonaba mi hermana (despertador) me levantaba y me paraba sobre el piso. Luego, buscaba mi ropa en el perchero (armario), me vestía, me miraba en la mesa de luz(espejo), colgada en la pared, y me sentaba en la silla.
A mí me parecía divertido. Me pasaba todo el día tratando de retener las nuevas palabras. Ya para ese entonces todo tenía nombres nuevos. Yo ya no era una mujer, sino una rodilla (mujer) y la rodilla era una mañana (rodilla) y la mañana una mujer.

Lara Hernández


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